Del santo Evangelio según san Marcos 8, 11-13
Al primer hombre pecador, no podía seguir sino una humanidad igualmente pecadora y hasta insolente. El episodio de Caín y Abel nos muestra, de manera por demás expresiva, la propagación del pecado que –si al principio era sólo desobediencia orgullosa– ahora llega al extremo del asesinato del propio hermano.