Querida Lupita:
El confinamiento se ha prolongado por más de 8 meses y nosotros nos hemos ido hundiendo en la tristeza y la incertidumbre. Nuestro negocio ha quebrado y, en lo económico no sabemos cómo vamos a salir adelante. En lo emocional estamos ansiosos y llenos de miedo, nos ofendemos con frecuencia todos en casa y en lo espiritual, yo veo que nuestra fe es más raquítica cada día.
Ante este panorama, ¿qué podemos hacer?
Ana Sofía D.
Hermana mía, Ana Sofi:
La sensación de perderlo todo es tan indescriptible como dolorosa. Cuando estamos bajo estas emociones experimentamos impotencia y miedo.
Toma un descanso para observar el panorama un poco desde lejos. Describe lo más objetivamente posible tu realidad y piensa: tengo frente a mí un desafío que, con ayuda de Dios, puedo enfrentar.
Date cuenta que por encima de nuestros sentimientos tenemos facultades superiores: inteligencia y voluntad. Cuenta con ellas para enfrentar la vida. La inteligencia te permite ver a futuro, establecer metas y considerar los pasos en el camino hacia ellas. La voluntad te pondrá en marcha.
Vamos a contagiarnos de esperanza
Recientemente el Papa Francisco propuso “un plan para resucitar” en el que llama a contagiarse de alegría y solidaridad. Parece contradictoria esta invitación a la alegría y a dar, cuando experimentamos tristeza y estrechez; pero sustenta muy bien este principio meditando en la acción de las mujeres que iban a embalsamar el cuerpo de su Señor. Ellas no sabían “quién les movería la piedra”, pero de todos modos acudieron para hacer lo que les correspondía.
El Papa escribe: “De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: ‘Alégrense’” (Mt 28, 9). Es la primera palabra del Resucitado después de que María Magdalena y la otra María descubrieran el sepulcro vacío. El Señor sale a su encuentro para transformar su duelo en alegría y consolarlas en medio de la aflicción.
Un corazón agradecido con Dios
Son tiempos para enfrentar el día a día dando lo mejor de nosotros mismos. Entreguemos nuestro pasado la misericordia de Dios, encomendemos nuestro futuro a la Divina Providencia y disfrutemos de nuestro presente amando.
Los tiempos difíciles generan personas fuertes. Agradezcamos por ellos pues Dios quiere hacer de nosotros hombres y mujeres de bien para que gocemos de felicidad eterna en Su presencia.
Lupita Venegas / Psicóloga
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